Las primeras huellas de presencia humana en Mallorca datan del 7200 a.C., justo antes de que allí se instalaran algunos grupos de cazadores y recolectores que vivían en cuevas.
Desde entonces, muchos pueblos y civilizaciones han pasado por nuestra isla, desde los talayotes a los romanos o los bizantinos, pasando por los árabes y la posterior "conquista" cristiana.
Esta historia hace que Mallorca conserve un importante legado patrimonial y cultural, con costumbres y tradiciones que perviven hasta nuestros días.
El Canto de la Sibil·la es unas tradiciones mallorquinas más genuinas, y también una de las más llamativas por su significado "apocaplíptico".
Se celebra en la Misa del Gallo, durante la Nochebuena (24 de diciembre) y, según algunas fuentes documentales, se trata de un rito importado con la conquista del rey Jaime I.
De hecho, aunque los cantos de la Sibil·la más antiguos son el de Alguer (Cerdeña) y el de Mallorca (tanto la Catedral de Palma como en otras iglesias de la isla), esta tradición se está recuperando en otros puntos de España, Portugal e Italia.
El de la Sibil·la es un tipo de canto místico durante el cual un niño vestido con túnica y portando una espada recita una canción medieval en latín para anunciar la llegada del Juicio Final.
Pocos días después (el 31 de diciembre) en Palma de Mallorca se celebra la Festa de l’Estendard, donde se conmemora la entrada del rey Jaime I en la ciudad en el año 1229.
Las celebraciones en honor a Sant Antoni (17 de enero) y Sant Sebastián (19 de enero) tienen lugar en toda la isla, y son el pistoletazo de salida del calendario de fiestas populares de Mallorca.
Son especialmente conocidas las hogueras o "foguerons" de Sant Antoni de los municipios de Pollensa, Manacor, Sa Pobla o Artà, bajo cuya iluminación se representan escenas protagonizadas por el santo y el diablo acompañadas por música y fuegos artificiales.
Durante la celebración de Sant Antoni también se hace la popular bendición de mascotas, conocida como los "beneïdes".
Respecto a las tradiciones mallorquinas por Sant Sebastià, es especialmente conocida la del "Drac de Na Coca", una escultura de fibra de vidrio construida por un artesano local que conmemora un misterioso cocodrilo que aparece durante la "Revetlla de Sant Sebastià", en una noche para reunirse a disfrutar de una "torrada" con amigos.
Algunas tradiciones mallorquinas son realmente divertidas, y el lanzamiento de uvas es un buen ejemplo de ello.
Como ya hemos comentado en nuestro blog, Mallorca es tierra de vinos.
Por eso, quince días después de que finalice la cosecha de la uva se celebra la Fiesta de la Vendimia, en la que no falta la comida, la bebida, las catas de vino y los juegos populares.
¿El más singular? En lanzamiento de uvas.
Si estás estos días en la isla, ¡lleva siempre ropa de recambio en tu mochila!
Cuando los ritos paganos se convierten en danza, surgen tradiciones de gran belleza y significado, como el baile de los cossiers de Mallorca.
Este baile podría tener su origen en los primeros repobladores catalanes de la isla, ya es similar a otras danzas que se realizan en el Mediterráneo durante las celebraciones del Corpus.
Los bailadores suelen ser seis cossiers y una Dama, además de otros personajes, como el Demonio.
El conjunto baila al ritmo de la música, normalmente en círculo, y con el personaje femenino en el centro.
Si quieres ver esta curiosa tradición mallorquina, te recomendamos visitar los pueblos de Algaida o Alaró.
"Cada maestrillo tiene su librillo" para hacer las famosas panades mallorquinas, un tipo de empanadillas, con forma redonda, típicas de Semana Santa.
Su receta es sencilla y suelen elaborarse en familia, aunque muchas pastelerías y panaderías las venden durante todo el año.
Son especialmente conocidas las de carne de cerdo o cordero, guisantes (xítxeros) y sobrasada.
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