En Mallorca no todo es sol y playa: aunque gozamos de una temperatura envidiable durante gran parte del año y tenemos algunas de las mejores calas del Mediterráneo, nuestra isla esconde muchos rincones que la convierten en un destino ideal para visitar en cualquier época del año.
Uno de ellos es la Sierra de Tramuntana.
Una gran “columna vertebral” Patrimonio de la Humanidad
La Sierra de Tramuntana de Mallorca es un paraje natural con una superficie de 63.084 hectáreas, de las cuales 1.123 son marinas.
Por su ubicación, actúa como una especie de columna vertebral que se abre paso desde Andratx hasta Formentor, en la cara oeste de la isla.
La Tramuntana representa una cara de Mallorca para muchos desconocida: el encanto de sus pueblos de piedra, la belleza de sus paisajes, sus miradores sobre el mar o las formas caprichosas de su costa son tales que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2011 en la categoría de Paisaje Cultural.
El ADN de las Baleares
La Sierra de Tramuntana ha atraído la atención de muchos visitantes a lo largo de los siglos.
Algunos de ellos tan ilustres como Sissi Emperatriz, George Sand o Frédéric Chopin.
Estos dos últimos pasaron una larga temporada invernal en su corazón, concretamente, en la Cartuja de Valldemossa, un monasterio del siglo XV y antiguo palacio del rey Sancho I de Mallorca donde también se alojaron Rubén Darío, Santiago Rusiñol o Jorge Luis Borges.
Más allá de las anécdotas y las referencias literarias y artísticas, la Tramuntana representa la simbiosis perfecta de la huella del hombre en la naturaleza.
Una huella que, hay que destacar, ha generado una riqueza cultural y patrimonial única.
Por ejemplo, en sus montañas, aún encontramos sistemas de riego de la época árabe y antiguas terrazas de piedra seca destinadas al cultivo en pleno funcionamiento.
Sus paisajes, sus pueblos de piedra y teja y su gastronomía son otros de sus grandes atractivos.
Pueblos con encanto y atardeceres de película
La Sierra de Tramuntana alberga algunos de los pueblos con más encanto de Mallorca.
Uno de los más destacados es Sóller, algo así como su "capital".
Debido a su ubicación entre montañas, esta localidad ha estado durante décadas aislada del resto de la isla, siendo su rincón "más afrancesado" debido a sus relaciones comerciales con el país galo.
Destacan la espectacular fachada modernista de la iglesia de San Bartolomeu, el Ayuntamiento o Can Prunera.
Deià es otro de los rincones más bonitos de la Tramuntana.
También es el más "bohemio": cuna del movimiento "hippie" en Baleares, su fama internacional se debe a que el escritor inglés Robert Graves escogió este lugar para su segunda vida, otorgando a la localidad un atractivo que a día de hoy sigue atrayendo e inspirando a multitud de artistas.
El escritor británico está enterrado en su bello cementerio.
En Deià vivió otro personaje destacado: el excéntrico archiduque Luis Salvador de Austria.
Este noble creó en los alrededores de la localidad varios senderos y miradores con preciosas vistas de la sierra y al mar que a día de hoy son objetivo de influencers.
A solo media hora de Palma en coche, Valldemossa es un pueblo conocido por sus típicas calles empedradas y adornadas con macetas, y por ser el origen de la coca de patata, uno de los platos típicos de Mallorca.
Estellencs, Fornalutx o Pollença son otros rincones de la Sierra de Tramuntana para disfrutar del agroturismo y la gastronomía mallorquina.
Aunque está en el interior, Pollença cuenta con un puerto pesquero tradicional situado a unos siete kilómetros del centro urbano y que se ha convertido en el mayor atractivo turístico del norte de la isla.
Es, además, la puerta al salvaje Cabo Formentor, el entrante de tierra más septentrional de la isla.
Este cabo, dicen, regala algunos de los amaneceres y atardeceres más bellos del mundo cuando los vientos y las olas del Mediterráneo chocan sobre él.
Su faro del siglo XIX es uno de los más reconocibles de nuestro país. Y la playa cercana a él y del mismo nombre, una de las más bonitas de Mallorca.
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